🔥AVIVANDO LA LLAMA🔥 🙌VIVE UN AVIVAMIENTO PERSONAL🙌

💊Oración – Día 37

2 Crónicas 7:14 (RVR60) “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es

invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos;

entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”

Si anhelamos un avivamiento personal, o de la iglesia en general, debemos vivir

este versículo de 2 Crónicas 7:14 en nuestras vidas.

Se nos pide hacer cuatro cosas para experimentar sus bendiciones: humillarnos,

orar, buscar el rostro del Señor y convertirnos; esta es la fórmula para pelear

nuestras batallas diarias y vivir en victoria.

Cuando hacemos esto, la respuesta de Dios se hace evidente mediante tres

promesas: oír nuestras oraciones, perdonar nuestro pecado y sanar nuestra tierra.

Aquí Dios no le está hablando a extraños, sino a sus hijos; aquellos que, para

formar parte del pueblo de Dios, se humillan delante de Él, reconociéndolo como su

Señor y Salvador, que abandonan su pecado, le oran y someten sus deseos a la

autoridad de su palabra y a su voluntad. Es un nuevo estilo de vida, que viene de

dejar los malos caminos en arrepentimiento genuino, convirtiéndonos de corazón y

avivando una relación personal y sincera con nuestro Padre celestial.

En 2 Crónicas 20:3-4 dice “Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para

consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a toda Judá. Y se reunieron los de Judá

para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a

pedir ayuda a Jehová”; este es el ejemplo del rey Josafat, quien fue asediado por

sus enemigos y se humilló delante de Dios, reconociendo el poder de Dios.

Dice en 2 Crónicas 20:6 “y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?”

Este hombre se esmeró en depositar toda su confianza en Jehová cuando dijo: “(…)

no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos” (2 Crónicas 20:12b) ¡Qué

hermoso ejemplo para el espíritu, cuando el creyente se ve asaltado por el temor y

la confusión! El apóstol Pablo supo lo que esta verdad significaba para el que confía

en Dios, por eso dijo: «porque por fe andamos, no por vista» (2 Corintios 5:7).

Humillarse ante Dios no es perder fuerza o prestigio, es entrega absoluta al que

todo lo puede, al que es más grande que cualquier enemigo, problema o situación

que tengamos. Frente a nuestras batallas personales, familiares, laborales y aún

espirituales, entendamos que el más poderoso está de nuestro lado; humillémonos

en su presencia y daremos paso a la victoria, porque le estamos dando el lugar a Él

para obrar.

CONFESIÓN DE FE: Dios, en medio de las batallas de mi vida, me acerco a ti, con

un corazón contrito y humilde, reconociendo que he pecado, me arrepiento y deseo

volver a tu presencia; sé que todo lo puedes, que eres más poderoso que cualquier

situación que me agobia, me aferro a tu promesa de que, si me humillo y te busco

de todo corazón, tú me perdonarás, oirás mi clamor, responderás a mis necesidades y avivarás mi espíritu. En el nombre de Jesús. Amén.

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