PERDONAR

EFESIOS 4:31,32 Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo. (NTV)

De la importancia de entender que debemos perdonar si queremos vivir una vida extraordinaria. Me he encontrado con muchas personas atrapadas en sus culpas, pesares y rencores, muchos de ellos queriendo poder perdonar pero “no pueden”, están luchando consigo mismos, y pasa porque sus expectativas son equivocadas acerca del perdón. Es cierto que la vida a veces no parece ser justa, que hay gente que lastima, que le han hecho daño y que no merecen su perdón; pero…

☝🏼 ¿Será eso lo que Dios quiere para su vida, que viva amargado?

Entienda que el rencor no es un sentimiento agradable. Cada vez que piensa en la persona o en la circunstancia que lo provocó, vuelve a experimentar todas esas sensaciones desagradables como: ira, impotencia, frustración, dolor, ansiedad, etc.; todo eso es basura tóxica que le causa estragos físicos en su salud y emocionales en su mente. Tal vez se esté preguntando: “Pero si Dios no quiere que viva amargado…

🤷🏻 ¿Qué hago con esas heridas? ¿Cómo saco este rencor?  ¿Cómo perdono?”

Para resolver estos interrogantes es importante entender lo que no es el perdón, y lo que realmente es el perdón; veamos:

  1. No es un asunto de emociones. No tenemos que esperar sentir alguna simpatía por el ofensor para poder perdonarle.
  2. No es excusar. No significa aprobar lo que hizo esa persona. No necesitamos estar de acuerdo con el ofensor ni tenemos que buscar excusas por su comportamiento.
  3. No significa confiar nuevamente en el ofensor. Esto es importante cuando el ofensor no se arrepiente, algo muy frecuente. En este caso, no significa que la relación personal sea restaurada; solamente cuando el ofensor se arrepiente sinceramente, pide perdón y hace restitución. Mientras no sucede esto, no hay razón para confiar y mucho menos tener una relación amistosa con la persona.
  4. No es olvidar. Algunos piensan que no han perdonado realmente porque siguen sintiéndose heridos y no pueden olvidar la ofensa. El “olvidar” de Dios significa que Él ya no recordará estos pecados “en contra de nosotros”, ya no los utilizará para acusarnos. (Salmo 79:8)
  5. Perdonar es una decisión. Perdonar significa “soltar” o “condonar una deuda”, y es una decisión que solo usted puede tomar.
  6. Perdonar es un proceso.  Nunca es bueno presionar a alguien: “Perdona no más”; esto lleva solamente a un perdón muy superficial.
  7. El perdón es infinito. En algunos casos tendremos que perdonar muchas veces; cada vez que la herida surge nuevamente en nuestros recuerdos. Jesús nos enseñó a perdonar hasta “setenta veces siete” (Mateo 18:22).

¡¡¡El mejor regalo que hemos recibido como cristianos, fue el perdón de Dios!!!

Y si Dios nos ha perdonado, Él espera que perdonemos, y nunca tendremos que perdonar a otra persona más de lo que Dios ya nos ha perdonado

Y si aún no es cristiano usted también puede recibir el regalo del perdón por medio de Jesucristo, para que usted también pueda otorgar el perdón. Recuerde que “nadie puede dar aquello que no tiene y nadie debe recibir aquello que no quiere”. Usted no puede permitir que las personas le hieran, pero las personas no le pueden dañar si usted no les da el permiso.

Dígale adiós al rencor y comience a vivir la vida extraordinaria que el Señor le prometió.

CONFESIÓN DE FE:

EL PERDONAR ES ALGO QUE HAGO POR MÍ MISMO, NO POR LA PERSONA QUE ME HIRIÓ. CUANDO PERDONO ME LIBERO Y ME SANO A MI MISMO PARA PODER VIVIR A PLENITUD Y CON SALUD DE CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU; ENTONCES LO HARÉ.

ORACIÓN:

Padre Celestial, Elohim Selichot, Dios del Perdón (Nehemías 9:17). Dios y Señor nuestro, Jesucristo, Dios de amor fiel e inagotable, yo sé que los hombres tal vez podemos ser lentos para perdonar, pero también sé que está en tu naturaleza el perdonar. Así que hoy te pido que venga sobre mí esa misma virtud como estilo de vida, el perdonar, para que mis relaciones y mi propia vida se vea libre del rencor, amargura, furia, enojo, palabras ásperas y toda clase de mala conducta hacia mis semejantes. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por tu perdón incondicional para mí, perdón que me libera y me sana; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!

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