DIVISIONES

ROMANOS 7:18-20 Pero si yo sé que lo que hago está mal, eso demuestra que estoy de acuerdo con que la ley es buena. Entonces no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí. Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo. Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago. Ahora, si hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí. (NTV)

De la realidad y absoluta verdad de que solo Dios puede sanar nuestras divisiones internas.

Al caminar con el Señor, te sentirás como una persona dividida. Tu corazón y tu mente quieren guardar las palabras del Señor, pero tu carne quiere seguir los susurros del mundo, el camino se va haciendo más angosto, con pendientes empinadas y caídas mortales a ambos lados. Por raro y contradictorio que suene, y por muy fácilmente que pueda convertirse en libertinaje para que los corazones impenitentes hagan lo que quieran, todavía debe decirse lo siguiente:

¡¡¡Cuando hacemos lo que sabemos que está mal y terminamos practicando justamente las cosas que sabemos que no debemos hacer, estamos, en un sentido profundo, de acuerdo con la Palabra de Dios, “reconociendo que es buena”!!!

📖 Pero si yo sé que lo que hago está mal, eso demuestra que estoy de acuerdo con que la ley es buena. (Romanos 7:16 NTV)

En otras palabras, reconocemos que Su Palabra es verdadera, justa e identifica correctamente al pecado como pecado. La razón por la que sabemos que determinada actividad es mala es porque la Biblia dice que es mala. Puesto que queremos “guardar” Su Palabra, una parte de nosotros quiere evitar el mal comportamiento.

Como Pablo lo experimentó directamente, y lo expresó a través del pasaje que estudiamos hoy, nuestra carne está ligada al pecado, nuestras inclinaciones naturales son ir en contra de la verdad esencial de Dios. Sin importar qué tan espirituales lleguemos a ser, nuestra carne siempre va a ser carnal y capaz de “darnos órdenes”. Nuestro ser interior, la parte de nosotros que ha sido regenerada y nacida de nuevo en el Espíritu detesta el pecado, está de acuerdo con la Palabra de Dios, pero nuestra carne ejerce su influencia para forzarnos a hacer algo que reconocemos que está mal. Quisiéramos ser más fuertes para resistir la tentación del pecado y muchas veces lo somos, pero en esas ocasiones en las que no somos capaces de decir no, podemos ver la maldad que todavía reside en nuestra carne. Descubrir qué tan carnales podemos ser en ocasiones, trae gran desilusión. Aunque tratamos de negar nuestros anhelos carnales, no siempre tenemos éxito y eso prueba que hay una gran guerra llevándose a cabo en nuestro interior. Si simplemente rindiéramos nuestra carne y no nos importara hacer algo mal, no habría una batalla librándose entre nuestro consciente y nuestras ansias de pecar. Si no pusiéramos atención a Su Palabra que nos dice que esa actividad está mal, no estaríamos afligidos por hacerla, pero definitivamente nos importa y ese es el motivo por el cual nos sentimos tan mal por hacer lo malo. Qué torturador es estar todavía tan atado a los deseos pecaminosos aun cuando estamos tan enamorados de Jesús; entonces…

🤷🏻 ¿Cómo nos ve Él? ¿Cómo hipócritas? ¿Cómo mentirosos y estafadores espirituales?

¡No! Él sabe que no podemos salvarnos ni tampoco podemos guardarnos a nosotros mismos, es por eso que el Espíritu Santo está guardándonos de división en Cristo Jesús permanentemente.

CONFESIÓN DE FE:

JESUCRISTO VINO A LIBERTARME PARA LA ETERNIDAD Y ESTÁ COMPLACIDO DE PODER CONCEDERME PERDÓN CADA DÍA. TODO POR SU GRACIA, “NO HAY AHORA CONDENACIÓN PARA LOS QUE ESTÁN EN CRISTO” (ROMANOS 8:1). SÉ QUE EN MÍ MISMO NO PUEDO, PERO ÉL PUEDE EN MÍ.

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Kjesed, Dios de amor Fiel e Inagotable (Salmo 25:6). Mi amado Dios y Señor, Jesucristo, el Camino, la Verdad y la Vida eres tú (Juan 14:6). Sí, hoy sé que eres el único camino al Cielo, la única fuente de verdad, y el fundamento de toda la vida. Padre Celestial, hoy quiero ser consciente de que tan dividido estoy dentro de mí, de manera que permita que tu Santo Espíritu me guarde en Cristo y pueda, con su constante ayuda, someter mi carne a librar victoriosamente la batalla entre mi consciente y mi naturaleza pecaminosa. Señor vengo ante Ti, para que me ayudes a vencer en mis batallas internas y vivir de acuerdo con tu voluntad. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!

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