GÁLATAS 5:22,23 (NTV) En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!
♥ El Amor Ágape, un amor imposible hecho posible.
¡¡¡El término griego Ágape, fue utilizado por los primeros cristianos para referirse al amor especial por Dios, al amor de Dios para con el hombre, e incluso a un amor “auto sacrificante” que cada ser humano debía sentir hacia los demás!!!
Cuando un abogado le preguntó a Jesús cuál era el mandamiento más grande, Él dijo:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (MATEO 22:37-39 RV60)
☝🏼 ¡Qué tan agobiante se ve y se siente esa tarea! ¿Verdad?
Para ninguno de nosotros es posible vivir a la altura de esta obligación con nuestras propias fuerzas, pero el Señor ha provisto una manera para que los cristianos logren lo imposible. La presencia interior del Espíritu Santo obra para producir su fruto en nosotros, el Amor (Vs.22). De hecho, las otras ocho cualidades o rasgos descritos en el pasaje que estudiamos hoy, son solo descripciones de su expresión. Cada vez que demostramos bondad, paciencia o gozo, vemos al Amor del Señor, el Amor Ágape, actuando a través de nosotros, sobre todo cuando la otra persona ha sido poco amable y no merece tal trato deferente de nuestra parte. Este fruto no se produce al tratar de armar de buena voluntad a alguien insoportable o difícil de tratar. Pensemos en el proceso más como la savia que corre a través de la rama de una vid. La rama no produce uvas, sino la savia. Asimismo, el Espíritu fluye en nuestro interior produciendo el “Amor Ágape”, el amor perfecto de Dios en nosotros, para que podamos transmitirlo a Él mismo y los unos a los otros.
El “Amor Ágape” es la razón por la que podemos amar a alguien que nos trate mal; es Dios quien lo hace, a través de su Espíritu Santo morando en nosotros, no nosotros mismos. Incluso la adoración que rendimos al Señor no es algo que podemos producir en nuestro corazón sin su ayuda.
♥ Aunque la orden de amar es titánica, la Gracia de Dios lo hace posible para nosotros.
CONFESIÓN DE FE:
AMO A DIOS CON TODO MI CORAZÓN, PERO NO SOLO COMO RETRIBUCIÓN AL AMOR ÁGAPE QUE ÉL TIENE POR MÍ; Y PROCURARÉ CON DILIGENCIA APLICAR ESTE MISMO TIPO DE AMOR A MIS SEMEJANTES, PARA QUE APRENDAN A EXPERIMENTAR Y PRACTICAR EL AMOR DE DIOS CON OTROS.
ORACIÓN:
Padre Celestial, El Rachum, Dios de Amor Ágape y Compasión (Deuteronomio 4:31). Mi amado Dios y Señor, Jesucristo, yo sé que tu naturaleza es de amabilidad y estás lleno de compasión y sentimiento por tu pueblo, y completamente libre de crueldad o mezquindad, pues eres un Dios lleno de amor sin condición, ese “Amor Ágape” que me cobija como hijo tuyo. Por eso vengo hoy a tu presencia pidiéndote que toques profundamente mi corazón para prodigar ese mismo amor a mis semejantes, sin importar si me hacen bien o mal. Gracias Señor Jesucristo por tu sacrificio en la Cruz, la muestra de amor más grande que alguien haya podido darnos; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!