VERDADERA BONDAD

FILIPENSES 3:7,8 (NTV) “Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a Él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo”.

Como verdaderos seguidores de Jesucristo, estamos llamados a imitar su bondad en nuestras relaciones con los demás, con la generosidad y el amor al prójimo como un estilo de vida que conocemos de Él.

💖 Historia de la vida real:

“Mis padres nos criaron allá en la selva llanera, a mis once hermanos y a mí, para que fuéramos “buenas personas”. En casa, ser buena persona significaba obedecer a nuestros padres, decir la verdad, esforzarse en la escuela y el trabajo, ser generoso, y asistir a la iglesia, al menos, en Pascua y Navidad. Yo por lo general, asistía poco a la iglesia y no me consideraba “bueno”. En algunos lugares de mi país ser “bueno” es el pasaje para ir al Cielo; no necesito creer en Cristo ni recibirle en el corazón, basta con ser “buena persona”, cosa que no es así. Supongo que esta definición de ser una buena persona trasciende la cultura”. (Anónimo)

Es más, el apóstol Pablo, en el pasaje que estudiamos hoy, usó la definición cultural de ser bueno para expresar algo más grande. Como Pablo era un judío devoto del primer siglo, seguía la ley moral al pie de la letra. Supuestamente había nacido en la familia “correcta”, tenía la educación “correcta” y practicaba la religión “correcta”. Era un buen hombre hecho y derecho, según la costumbre judía. En el versículo 4, Pablo escribe que podía jactarse de su bondad si quería; pero les explicó a sus lectores que no bastaba con ser bueno. No era suficiente ser generoso ni tener mucha humanidad. Hay gente que tiene el “don de gente” pero eso es algo natural o cultural o aprendido. Pablo sabía que, aunque era bueno ser bueno, no era lo mismo que agradar a Dios.

En el pasaje que estudiamos hoy, Pablo escribe que agradar a Dios supone conocer a Jesús. Consideraba su propia bondad, su “don de gente”, su educación, o su campo cultural una “pérdida”, al compararla con el “infinito valor de conocer a Cristo Jesús”. Este conocimiento de Cristo Jesús por Pablo encierra no solamente una comprensión intelectual, sino un conocimiento experimental, que surge de su comunión personal con el Señor. Pablo está diciendo que iniciar, conservar, disfrutar y mantener una relación personal con el Señor, es la clave para reflejar la bondad de Cristo a otros.

La verdadera bondad no es la nuestra, sino la bondad de Cristo que nace de nuestro caminar con Dios, y esa bondad no nos salva, pero es una evidencia del valor del conocimiento de Cristo Jesús, pues…

¡¡¡Cuanto más conocemos al Señor, más de Su bondad reflejaremos!!!

Nuestra bondad humana y cultural pronto puede terminar, pero la bondad del Señor en nosotros crece constante y progresivamente. Nuestra bondad puede esperar algo a cambio, pero la bondad del Señor no. Nuestra bondad puede llevarnos a criticar, y a hacer las cosas por compromiso, o por contienda, o por vanagloria, y no con humildad.

Somos buenos, y agradamos a Dios, cuando nuestra esperanza y nuestra fe están puestas solo en Cristo, no en nuestra bondad. No es nuestra cultura de bondad la que busca Dios, sino la bondad que viene de Cristo como fruto de conocerlo a Él.

CONFESIÓN DE FE:

SÉ QUE LA VERDADERA BONDAD ES DEL SEÑOR, NO MÍA, Y SIEMPRE BUSCA LA GLORIA DE DIOS PADRE, ENTONCES ME ES NECESARIO CONOCERLO A ÉL Y SU BONDAD, PARA IMITARLA Y DISTINGUIRME ASÍ COMO UN VERDADERO HIJO DE DIOS Y EN ACCIÓN.

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Rachum, Dios de Bondad y Compasión (Deuteronomio 4:31). Mi amado Dios y Señor, Jesucristo, yo sé que tu naturaleza es de bondad y amabilidad, y además estás lleno de compasión y sentimiento por tu pueblo. Por eso hoy te pido, Señor, ayúdame a recordar que conocer a Ti es el camino a la verdadera bondad, pues en Ti está naturalmente, y entonces los que creemos y confiamos en Ti podemos imitarla y desarrollarla como parte de nuestro estilo de vida, y así ponerla en acción con nuestros semejantes. Gracias mi amado Señor Jesucristo por tu abundante bondad manifestada en mi vida; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!

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