VERDADERAMENTE LIBRES

JUAN 8:31-36 (NTV) Jesús le dijo a la gente que creyó en Él:

  • Ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
  • Nosotros somos descendientes de Abraham—le respondieron—, nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Qué quieres decir con “los hará libres”?

Jesús contestó:

  • Les digo la verdad, todo el que comete pecado es esclavo del pecado. Un esclavo no es un miembro permanente de la familia, pero un hijo sí forma parte de la familia para siempre. Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente libres.

La verdad, que es el mismo Señor Jesucristo, le hará libre cuando usted lo reconozca como su verdadero Señor y único Salvador.

La libertad es algo que nos encanta a todos, pero ¿de verdad sabemos lo qué es?

Algunas personas piensan que significa no tener límites, restricciones o responsabilidades. Pero eso, en realidad, es a lo que Dios llama rebeldía, pues es rechazar la autoridad, ya que cada quien hace lo que bien le parece (1 Samuel 12:114, 15).

¡¡¡La verdadera libertad es ser libre de la esclavitud del pecado, y eso solo es posible tenerla por medio de reconocer a Jesucristo como Señor y Salvador, pues Él es el Camino, la Verdad y la Vida!!!

El primer paso hacia la libertad es reconocer donde estamos encarcelados. Las personas que no han recibido a Cristo como Salvador son esclavos del pecado y de la incredulidad. No pueden creer en Dios ni en las promesas de la Biblia, debido a que el pecado les impide ver que necesitan un Salvador. Incluso los seguidores de Cristo pueden estar esclavizados por el pecado, a pesar de los constantes intentos por dejarlo. Pero, para algunos de nosotros, la lucha es con un tipo de esclavitud más sutil. Los sentimientos de inferioridad, inseguridad, rechazo o inutilidad pueden enturbiar nuestras respuestas ante los desafíos de la vida al alterar nuestra capacidad de pensar o actuar, mientras socavan nuestra fe y nuestra obediencia a Dios.

El Señor quiere que andemos en libertad, y por ello describe el camino. Él, en el pasaje que estudiamos hoy, nos dice que si nos mantenemos en la Palabra de Dios, conoceremos la Verdad, y ella nos hará libres (Vs.31,32). Antes que nada, somos liberados del pecado y de su condenación por medio de la fe en Cristo. Luego, a medida que leamos y meditemos en su Palabra, la Biblia, nuestra mente, voluntad y emociones cambiarán.

Los pecados que una vez nos atrajeron se volverán repugnantes, y las cárceles emocionales se abrirán al descubrir nuestra nueva identidad en Cristo.

CONFESIÓN DE FE:

SOLO CUANDO RENDIMOS Y SACRIFICAMOS TODO A CRISTO, RECONOCIÉNDOLO COMO ÚNICO SEÑOR Y SALVADOR, PODEMOS SER VERDADERAMENTE LIBRES; ASÍ QUE YO LO HARÉ GUSTOSAMENTE CONVENCIDO DEL FRUTO PODEROSO QUE ESTO PRODUCIRÁ EN TODAS LAS ÁREAS DE MI VIDA.

ORACIÓN:

Elohim Yishi, mi Señor Jesucristo, Dios de mi Salvación (Salmo 25:5). Amado Padre Celestial, hoy sé que la salvación está en una persona, en tu amado Hijo Jesucristo, no en un sistema de creencias, de buenas obras o de leyes por cumplir. Sé que la naturaleza y voluntad tuyas, mi Señor, es salvar lo que se había perdido. Por eso creo que la salvación debe ser personal y que Tú eres el Dios de mi salvación. Gracias Padre Celestial por poner al alcance de nuestra fe y convicción, un plan de salvación tan sencillo, que no contempla nuestro desempeño sino el de tu amado Hijo Jesucristo en la Cruz del Calvario, quien murió allí por nosotros, liberándonos verdaderamente y de una vez por todas. Gracias mi Señor, Salvador y Libertador Jesucristo; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!

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