EFESIOS 2:8,9 (NTV) Dios los salvó por su Gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.
♥ ¿Qué quiere de nosotros el Dios que salva?
Hace poco estuve hablando con un hombre sobre su vida espiritual, cuando le pregunté:
- ¿Es usted salvo?, respondió:
- “No, pero estoy trabajando en eso”.
Cuando le pedí más detalles, me dijo que estaba haciendo algunos cambios en su vida. Había dejado de fumar y beber, entre otras cosas. Yo sabía que debía ayudarlo a entender algunos principios importantes, ya que su única confianza, hasta ese momento, era mejorar su condición física.
☝🏼 Lo que este hombre necesitaba entender, era que:
¡¡¡Lo que hagamos o abandonemos por Jesús, no tiene importancia, el Señor no está buscando a personas que cambien algunos hábitos por la pura fuerza de voluntad; está llamando a personas a rendirse a Él!!!
La única acción que Dios espera de alguien que le busca sinceramente es que crea en Jesús, en que Él es quien dice ser, en que hará lo que dice, en que tiene la autoridad para perdonar y en que equipará a su pueblo para que tengan una vida agradable a Él. Por estas convicciones, el nuevo cristiano tiene la capacidad de apartarse de su vieja vida; en otras palabras, deshacerse de su vieja naturaleza corrompida por el pecado y comenzar el proceso de convertirse en “una nueva criatura”. (2 Corintios 5:17)
Puesto que no podemos ganarnos la salvación, nadie puede jactarse delante de Dios. Toda nuestra moralidad, buenas obras y esfuerzos por cambiar, no son más que basura en comparación con la Santidad de Jesucristo. (Isaías 64:6)
♥ Solo la salvación que es provista por Cristo, puede cubrir nuestros pecados y hacernos justos delante del Padre.
CONFESIÓN DE FE:
SE QUE UNO NO SE CONVIERTE EN UNA PERSONA SALVA ELIMINANDO VIEJOS HÁBITOS Y COMENZANDO OTROS MEJORES, ESO ES RELIGIOSIDAD; SOLO SERÉ TRANSFORMADO POR EL PODER SALVADOR DE JESUCRISTO CUANDO CREO EN ÉL SINCERAMENTE Y DE CORAZÓN; ENTONCES ASÍ LO HARÉ.
ORACIÓN:
Dios y Señor mío, Elohim Yishi, el Dios de mi salvación (salmo 25:5). Mi amado Señor y Salvador Jesucristo, sé que Tú, el Hijo del Hombre, has venido a buscar y salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10), y por eso yo hoy puedo decir que Tú me has encontrado, y puedo tener cara de encontrado, encontrado por el Mesías, el Yeshuati, el Dios de mi salvación, pues yo creo firmemente que ella solo se encuentra en Ti, no en un sistema de creencias o de buenas obras, y también sé que la naturaleza y voluntad de Dios Padre es salvar lo que se había perdido y que la salvación debe ser personal. Por todo esto hoy puedo decir que Tú, El Todopoderoso, eres el Dios de mi salvación, y que no hay nada que yo pueda hacer, sino aceptar tu obra de transformación en mi vida. Gracias mi amado Señor Jesucristo porque eres la fuente única de salvación y transformación. Gracias nuevamente mi Señor y Salvador Jesucristo; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!