SALMO 1:1-3 (NBV) Dichosos todos aquellos que no siguen el consejo de los malvados, ni se detienen en la senda de los pecadores, ni cultivan la amistad de los blasfemos, sino que se deleitan en la ley del Señor, la meditan día y noche. Son como árboles junto a las riberas de un río, que no dejan de dar delicioso fruto cada estación. Sus hojas nunca se marchitan y todo lo que hacen prospera.
♥ De la importancia de aprender a pensar los pensamientos de Dios, comenzando por meditar en lo que es verdadero.
Todos tenemos en la cabeza pensamientos, ideas, que nos transmitieron nuestros familiares, la cultura, la religión, la tradición y que nos transmitimos a nosotros mismos. Le es necesario descubrir dentro de su mente cuáles son las ideas erróneas que hay en su sistema de creencias, porque son esas ideas equivocadas las que le hacen sufrir. Necesitamos eliminar de nuestras vidas todo aquello que nos impide nuestro crecimiento personal y nos ata a la mentira.
Necesitamos arrancar de nuestra mente esas ideas erróneas que nos atan y cambiarlas por la verdad de Dios que nos hace libres, es decir…
¡¡¡Pensar lo que es Verdadero!!!
☝🏼 Para lograr esto debemos escoger: ¿La Verdad de Dios o La mentira de satanás?
No son las circunstancias las que tienen que cambiar, sino su sistema de creencias. Lo que creemos como verdad o como mentira determinará nuestra calidad de vida. Todo lo que el diablo necesita es que se le crea a una mentira solamente, a partir de ahí se funciona con esa mentira y se vive una vida de derrota.
Pero la verdad de Dios dice algo completamente distinto:
☝🏼 “Soy libre en Cristo, puedo adorar, puedo saltar, puedo vivir en victoria. Todo lo que haga prosperará porque mayor es Él, que está en mí, que el que está en el mundo, viviré los mejores años de mi vida y daré a luz un avivamiento”.
De acuerdo con el pasaje que estudiamos hoy, la verdad de Dios, no de la religión, no de los líderes, debe ser su nuevo sistema de creencias, y entonces todo lo que haga prosperará. No espere nada de nadie porque su fuente debe ser Dios. Él está en control de todas las cosas y todo lo que necesita vendrá de sus manos.
Es por eso que:
- Tener los pensamientos de Dios es más valioso que el dinero. ¿Por qué? Porque la calidad de mis pensamientos determinará la calidad de mi vida. Un discípulo del Señor es aquel que piensa como Dios. El milagro más grande que una persona puede experimentar es cambiar sus pensamientos. Porque si cambia su manera de pensar, cambiará su manera de vivir.
- Se vive una lucha de creencias. Desde el Génesis existe una lucha de ideas: o los pensamientos de Dios o los pensamientos de Satanás (Génesis 3). Por eso tiene que tomar decisiones de calidad: llenarse de los pensamientos de Dios, de la revelación del Señor, de las Palabras de Dios. Pensar cómo piensa Dios.
- Un discípulo es el que piensa como piensa Dios. Un discípulo no decide mentir, piensa como Dios. Si Dios le dice: “Todo lo que haga le saldrá bien”, pues así será, porque ya no piensa como antes. Y cuando uno piensa como Dios se transforma.
CONFESIÓN DE FE:
ESTOY PLENAMENTE CONVENCIDO QUE SI QUIERO SER UN VERDADERO DISCÍPULO DE JESUCRISTO, DEBO PRIMERO QUE TODO CAMBIAR MI MANERA DE PENSAR, DEJANDO QUE LA VERDAD DE DIOS INUNDE MI MENTE, Y DE ESA MANERA PENSAR EN TODO LO QUE ES VERDADERO, ES DECIR QUE QUIERO Y SIGO APRENDIENDO A PENSAR LOS PENSAMIENTOS DE DIOS.
ORACIÓN:
Padre Celestial, El Emet, Dios de la Verdad (Salmo 31:5). Mi amado Dios y Señor Jesucristo, hoy sé que Tú eres la fuente última de la realidad, y que todo lo que se relaciona contigo es verdad y es real. Por eso hoy te pido, aclara y expande mi mente para que pueda instalar en ella incondicionalmente todos tus designios, tu mansedumbre, tu comprensión, tu misericordia, tus mandamientos, tus estatutos, tu infinito amor, tu sacrificio por mí y por todos mis hermanos. Ayúdame a aprender a pensar tus pensamiento, que tu mente sea la mía, y por medio de tu Palabra poder llevar esos pensamientos cautivos a tu presencia. Gracias, mi amado Señor y Salvador Jesucristo; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!