CUATRO ENEMIGOS

LUCAS 6:36 (TLA) “Ustedes deben ser compasivos con todas las personas, así como Dios, su Padre, es compasivo con todos.”

Desarrollar la benignidad como rasgo del fruto del Espíritu, el Amor, es todo un desafío, así que para ser verdaderamente misericordioso pregúntese cada día:

💞 ¿A quién puedo ayudar hoy?

¡¡¡No permita que los enemigos de la benignidad lo intimiden o lo frenen cuando aflora la misericordia que ha sido derramada en usted por el Amor infinito de Dios, recuerde que somos bendecidos para bendecir!!!

Hay 4 enemigos principales de la benignidad en nuestras vidas, identifíquelos y combátalos:

  1. El Egoísmo. Este es el primero y el más difícil de vencer, y es pensar en mí antes que en la necesidad del otro. La Palabra en Filipenses 2:4-8 nos dice que Cristo nos consideró a nosotros como superiores a Él mismo. Entonces hágase estas preguntas con el fin de vencerlo.

¿Veo la necesidad física o espiritual de los otros antes que las mías?

¿Busco y planifico cómo ayudarlas, dejando de lado mis deseos?

2. La Falta de Tiempo. Este es otro gran enemigo por causa de los días acelerados en que vivimos. Siempre tenemos cosas para hacer: el trabajo, los estudios, el ministerio, la casa, la comida, los hijos, etc. Y la verdad es que no tenemos tiempo para ver lo que necesitan los que nos rodean. Pero eso sí, siempre nos hacemos un tiempito para lo que más nos gusta, por ejemplo, ver una serie, ver Instagram, chatear, salir a caminar, tener un hobby. Y esto no está del todo mal, pero realmente a las cosas que le damos valor o que nos gustan siempre le damos un espacio especial en nuestro correr diario, es decir, que el dejar de planificar con benignidad por falta de tiempo es relativamente una excusa.

3. Alguien lo Hará. Otro enemigo que acecha es pensar que “seguro otro lo hará”, alguien más cercano, un vecino, un amigo, etc. Y sí, siempre va a haber personas dispuestas a desarrollar la benignidad, pero nosotros vamos a perdernos la oportunidad de ver lo que Dios puede hacer a través nuestro cuando dejamos el fruto del Espíritu florecer, y además vamos a estar pecando ya que la Palabra en Santiago 4:17 (TLA) dice: Si ustedes saben hacer lo bueno y no lo hacen, ya están pecando.

4. La Indiferencia. El último enemigo que podemos detectar es la falta de interés o atención. Proverbios 20:12 dice: El oído que oye y el ojo que ve, ambas cosas ha hecho el Señor. ¿Se acuerdan de una de las definiciones que les mencioné de benignidad? Era: buscar, observar, curiosear, preguntar para ver dónde hay una necesidad que suplir. Hay un refrán muy conocido que dice: “No hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver”. El mirar y ver la necesidad, y el oír con atención, nos deben llevar a comprometernos, por eso a veces miramos sin ver y oímos sin escuchar, porque no estamos dispuestos a comprometernos. Cuántas veces le preguntamos a un amigo, un discípulo, o a un hermano de la iglesia ¿Cómo estás? Pero no estamos atentos a escucharlos o a dedicarles tiempo. Pregúntese:

¿Estoy buscando y observando, o pasan las personas con necesidad de tiempo, de afecto, de amabilidad, de cariño, etc., sin que siquiera me dé cuenta?

Tal vez tengamos que parar y pedirle a Dios que nos dé un corazón amoroso y una mente creativa para estar atentos y así planificar y suplir necesidades de los que están a nuestro alrededor, a veces es un simple café y una charla, una visita, una notica, una comida al que está enfermo o atareado, un pequeño regalito que sea un mimo al corazón atribulado.

💞 O pedirle a Dios simplemente que podamos tener contacto con el necesitado.

CONFESIÓN DE FE:

NO PERMITIRÉ QUE ESTOS ENEMIGOS DE LA BENIGNIDAD NO ME PERMITAN MANIFESTARLA A MIS SEMEJANTES, PUES YO CREO EN EL FRUTO DEL ESPÍRITU QUE ES EL AMOR, Y QUE HA SIDO DERRAMADO EN MI CORAZÓN PARA PONERLO POR OBRA; ENTONCES ASÍ LO HARÉ.

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Rachum, Dios de Compasión (Deuteronomio 4:31). Mi amado Dios y Señor, Jesucristo, en el silencio de este día que nace, vengo a pedirte paz, sabiduría y fortaleza. Hoy quiero mirar el mundo con ojos llenos de amor; ser compasivo, paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno, es decir benigno como Tú. Ver detrás de las apariencias a tus hijos, como los ves Tú mismo, para así poder apreciar la necesidad de cada uno. Quiero ser tan bien intencionado y justo que todos los que se acerquen a mí, sientan tu amor.  Revísteme de tu benignidad, Señor, y haz que durante este día, yo refleje tu compasión por mi prójimo; todo esto te lo pido en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!

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