LUCAS 5:3-6 Al subir a una de las barcas, Jesús le pidió a Simón, el dueño de la barca, que la empujara al agua. Luego se sentó en la barca y desde allí enseñaba a las multitudes. Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón:
- Ahora ve a las aguas más profundas y echa tus redes para pescar.
- Maestro, respondió Simón, hemos trabajado mucho durante toda la noche y no hemos pescado nada; pero si tú lo dices, echaré las redes nuevamente.
Y esta vez las redes se llenaron de tantos peces, ¡que comenzaron a romperse! (NTV)
♥ De cómo convertir las peticiones de Dios en simples actos de obediencia.
Obedecer a Dios en las cosas pequeñas puede traer bendición a muchos, y el pasaje que estudiamos hoy ilustra con claridad este principio. Simón Pedro, un pescador experimentado, había trabajado toda la noche sin pescar nada, estaba en la playa terminando su trabajo cuando Jesús se le acercó. El Señor quería hablar desde su barca a la multitud que estaba en la orilla de la playa, a pesar de una larga e infructuosa noche de trabajo, Pedro aceptó que Jesús utilizara la embarcación. La multitud fue bendecida por ver y escuchar predicar a Cristo.
Las peticiones que Dios nos hace pueden llegar en momentos inoportunos y podemos sentirnos tentados a dejar que otra persona responda a Su llamado, pensando que no importa quién sea el que obedezca, pero recordemos que…
¡¡¡Los planes de Dios siempre son para nuestro bien!!!
(Jeremías 29:11)
Continuando con la historia bíblica, más tarde, Jesús hizo una segunda petición a Pedro: que dirigiera la barca a aguas más profundas, y que echara las redes. El experimentado pero cansado pescador expresó las pocas probabilidades de pescar algo, pero hizo lo que Cristo le pidió. La obediencia de Pedro dio como resultado abundancia para la multitud, los demás pescadores, sus familias y él mismo. Y es claro que Pedro no obedeció para ser recompensado, pero eso es precisamente lo que sucedió, sus simples actos de obediencia llevaron a mayores oportunidades de servicio y a ocasiones de bendición abundante.
Algunos actuamos como si la obediencia en las cosas pequeñas careciera de importancia, pero la historia de Pedro nos enseña lo contrario; entonces…
♥ ¡Cuando Dios pide, simplemente obedezcamos!
CONFESIÓN DE FE:
ME COMPROMETERÉ A OBEDECER LAS PETICIONES QUE EL SEÑOR ME HAGA EN TODO SENTIDO, CONFIANDO EN QUE TODA OBEDIENCIA, POR MÁS SIMPLE QUE PAREZCA, SERÁ PARA MI BIEN Y EL DE TODO MI ENTORNO.
ORACIÓN:
Padre Celestial, El Chanun, el Dios lleno de Gracia (Jonás 4:2). Mi amado Dios y Señor Jesucristo, yo sé que tu naturaleza está llena de Gracia para darnos generosa y abundantemente, aun cuando no lo merezcamos. Es por eso por lo que estoy convencido de que un simple acto de obediencia ante una petición tuya se convertirá en un mar de bendiciones, tanto para mí como para mis semejantes, para todo mi entorno. Por tanto, hoy clamo a Ti para que me ayudes cada día más a ser ese verdadero discípulo tuyo que obedece sin condición, no solo para recibir una recompensa, sino también para tener mayores oportunidades de servicio y ocasiones de bendición abundante para otros. Gracias, mi Señor y Salvador Jesucristo por tu Gracia que desborda mi copa en toda ocasión; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!