EL MAL

GÉNESIS 2:15-17 (NTV) El Señor Dios puso al hombre en el jardín de Edén para que se ocupara de él y lo custodiara; pero el Señor Dios le advirtió:

“Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás”.

De dos preguntas que tal vez la mayoría de los cristianos nos hemos hecho en algún momento de nuestro caminar con Dios:

¿Cómo entró el mal al mundo? y, ¿Por qué permite Dios el mal?

Cuando los cristianos explican cómo y cuándo entró el mal en el mundo, la mayoría de las veces señalan la tentación de la serpiente. Pero hay que remontarse un poco más atrás, cuando Dios plantó el árbol del conocimiento del bien y del mal. Al dar a Adán y Eva una opción entre la obediencia y la rebeldía, el Señor permitió que el mal entrara a su creación perfecta.

Posiblemente usted se esté haciendo la pregunta que inquieta a muchas personas, creyentes o no: ¿Por qué un Dios Todopoderoso permite el mal?

Se han dado algunas respuestas insatisfactorias, por ejemplo, que al Señor no le importa, o que Él es incapaz de impedir el mal. Estas respuestas contradicen lo que Dios dice acerca de sí mismo en la Biblia (Romanos 5:8; Salmo 47:8), porque nuestro Padre Celestial ejerce autoridad absoluta sobre este mundo. Pero, Él sí tuvo un propósito al dejar que el mal entrara en el mundo. Ese árbol era un laboratorio de prueba, pues Adán y Eva tuvieron la oportunidad de elegir entre la rebeldía y el amor, la maldad y la justicia, la desobediencia y la obediencia.

¡¡¡Ya que el Señor, nuestro Hacedor, deseaba todo el sincero amor de los seres humanos que creó, tuvo que darles una opción, pues el auténtico amor se da libremente!!!

Las alternativas eran:

  1. Olvidarse de todo el proceso de la creación, o
  2. Programar a la humanidad como robots para que le dieran gloria y alabanza.

Pero lo cierto es que, el Señor nos da dos garantías en cuanto al mal:

  1. Su propósito no es que pequemos, Él desea que vivamos rectamente, para que el mal no pueda encontrar lugar en nuestros corazones. (Santiago 1:13)
  2. Cuando somos tocados por el mal, Él hará que la experiencia sea para nuestro bien. (Romanos 8:28)

CONFESIÓN DE FE:

PROCURARÉ SER OBEDIENTE AL SEÑOR Y AMARLO SOBRE TODAS LAS COSAS, DE MANERA QUE NO HAYA REBELDÍA EN MI CORAZÓN Y NO SE ARRAIGUE EL MAL EN MI VIDA, DE ESTA MANERA PENSARÉ, HABLARÉ Y HARÉ LO CORRECTO.

ORACIÓN:

Padre Celestial, El HaKadosh, Dios Santo (Isaías 5:16). Mi amado Dios y Señor, Jesucristo, yo sé que Tú eres Justo, puro y perfectamente correcto, por eso hoy quiero darte gracias por todas las bendiciones que recibo y las pruebas que permites en mi vida, ya que por ellas puedo entender que me amas, y reconocer tu interés por fortalecer mi carácter e incrementar mi fe. Perdóname por todo lo que he hecho, dicho o pensado que no fuera de tu agrado, que no fue justo o correcto, pero sabes que en mi humanidad he pecado Señor, por eso hoy reconozco mis transgresiones, mis iniquidades, mis faltas, y arrepentido, plenamente convencido y apenado, con el corazón contrito y humillado, vengo a Ti implorando tu perdón, con la seguridad de recibirlo siempre, y que entonces me expongo a Ti para que vayas limpiando así toda mi maldad. Gracias Señor Jesús por tu corazón misericordioso y amoroso; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!

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