ECLESIASTÉS 2:10,11 (NTV) Todo lo que quise lo hice mío; no me negué ningún placer. Hasta descubrí que me daba gran satisfacción trabajar mucho, la recompensa de toda mi labor; pero al observar todo lo que había logrado con tanto esfuerzo, vi que nada tenía sentido; era como perseguir el viento. No había absolutamente nada que valiera la pena en ninguna parte.
El profundo examen de conciencia que Salomón hace en el libro de Eclesiastés, es refrescantemente honesto, y revela algo que usted y yo no nos podemos permitir perder.
Y es que, a los ojos del mundo, Salomón lo tenía todo. Fue bien educado y disfrutó de fama, poder y estatus. Era extremadamente rico y festejaba mucho, pero a pesar de su éxito de acuerdo con todos los estándares mundanos, en el fondo se encontró vacío e insatisfecho, y, de acuerdo con el pasaje que estudiamos hoy, su conclusión fue bastante sombría. El problema de Salomón era que su hambre era espiritual y, por lo tanto, la popularidad, las posesiones, el poder o el prestigio nunca podrían llenarlo.
Pues déjeme decirle que:
¡¡¡Dios nos ha dado a todos la misma hambre y sed espiritual
que al rey Salomón, una que no puede ser satisfecha por un trabajo,
posesiones, pasatiempos, logros, fama, amigos o incluso la familia;
solo por la presencia del Señor en nuestra vida!!!
Y Jesús nos deja saber que eso es algo bueno, en su Sermón del Monte, dice:
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. (Mateo 5:6 RV60)
Aquí lo que Jesús está diciendo es que para vivir una vida plena, tenemos que tener hambre y sed de lo correcto, ¡y seguir teniendo hambre de ello! El problema es que es fácil que nuestro apetito espiritual se desvanezca.
Entonces ¿cómo se puede mantener hambriento del alimento espiritual que Dios ofrece? Aquí comparto tres formas principales:
1. Recuerde siempre cuánto le ama Dios. Es fácil tener hambre y sed de Él cuando todo parece fiesta. ¡Y eso es lo que sucede cuando comprende cuánto le ama Dios! Ore Efesios 3, pidiéndole a Dios que le dé el poder para entender… “cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor… Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios”. (Efesios 3:18-19 NTV)
Cuando entienda cuánto le ama Dios, ¡no podrá evitar amarlo de vuelta!
2. Deja de llenarse de comida chatarra espiritual. Solo una cosa puede satisfacer verdaderamente su hambre espiritual, así que no se conforme con sustitutos. Si no tiene hambre y sed de Dios, es porque se está llenando de otras cosas como el poder, las posesiones o el prestigio. Recuerde las palabras de Dios a través del profeta: “¿Por qué gastan el dinero en lo que no es pan, y su trabajo en lo que no satisface? Óiganme atentamente y coman del bien, y su alma se deleitará con manjares”. (Isaías 55:2 RVA’15)
3. Entra en la Palabra de Dios todos los días. Comer una comida una vez a la semana no lo nutrirá; necesita comida diaria. Del mismo modo, su alma necesita alimento diario. Como dice el apóstol: “Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo”. (1 Pedro 2:2 NTV)
Amados discípulos, familiares y amigos, es por eso por lo que desarrollamos estos devocionales diarios ETDM, esencialmente para ayudarle a alimentarse de la Palabra de Dios y crecer en su fe y vida cristiana todos los días un poco más.
¡No los deseche, aprovéchelos!
CONFESIÓN DE FE:
ESTOY PLENAMENTE CONVENCIDO QUE SI TENGO ANSIAS DEL SEÑOR, CUANDO MANIFIESTE MI HAMBRE Y SED POR ÉL, ENTONCES ME DARÁ GOZO Y DESPERTARÁ UN ANHELO MÁS PROFUNDO DE ÉL EN MI ALMA. PUES CUANTO MÁS SATISFECHO ESTOY CON CRISTO, MÁS QUIERO CADA DÍA DE ÉL.
ORACIÓN:
Padre Celestial, Jehová El Shaddai, Dios el todo Suficiente (Génesis 17:1). Mi amado Dios y Señor, Jesucristo, hoy sé, y por conocimiento de causa, que como una madre que amamanta, Tú nutres y satisfaces adecuada y completamente a los que en Ti creemos y en Ti confiamos, y además tomas cuidado de todas nuestras necesidades. Gracias Dios mío porque puedes saciar también esa hambre y sed de conocer de Ti cada día más, de satisfacer esa necesidad espiritual de nuestras almas, porque Tú despiertas ese anhelo y abres nuestra mente y nuestro corazón para lograr así mayor comprensión de Ti, de manera que ese deseo nos lleve finalmente al deleite de tu presencia en nuestras vidas. Gracias mi Señor Jesús por ser esa fuente de agua viva que refresca y sacia mi vida; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!
Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri