SALMO 78:1-8 Oh pueblo mío, escucha mis enseñanzas; abre tus oídos a lo que digo, porque te hablaré por medio de una parábola. Te enseñaré lecciones escondidas de nuestro pasado, historias que hemos oído y conocido, que nos transmitieron nuestros antepasados. No les ocultaremos estas verdades a nuestros hijos; a la próxima generación le contaremos de las gloriosas obras del Señor, de su poder y de sus imponentes maravillas. Pues emitió sus leyes a Jacob; entregó sus enseñanzas a Israel. Les ordenó a nuestros antepasados que se las enseñaran a sus hijos, para que la siguiente generación las conociera, incluso los niños que aún no habían nacido, y ellos, a su vez, las enseñarán a sus propios hijos. De modo que cada generación volviera a poner su esperanza en Dios y no olvidara sus gloriosos milagros, sino que obedeciera sus mandamientos. Entonces no serán obstinados, rebeldes e infieles como sus antepasados, quienes se negaron a entregar su corazón a Dios. (NTV)
♥ Del legado espiritual que podemos dejar a nuestros hijos, familia y entorno en general, visto como una gran inversión, tal vez la mejor que vale la pena hacer.
¡¡¡Dejar dinero y posesiones como herencia a nuestros hijos o familia, no es tan importante como prepararlos con un legado espiritual que dure toda la vida, pero qué tanto decidamos dedicar a la formación de la fe en nuestros herederos, dependerá de nosotros!!!
En realidad, todo lo que un padre o una madre hagan y digan, o dejen de hacer y decir, es parte de ese legado. El entendimiento que llega a tener un niño acerca de Dios y del mundo se desarrolla a medida que toma nota del estilo de vida de sus padres, de los principios que rigen sus acciones y del poder de sus palabras. Los niños observan si los padres valoran la obediencia a Dios y notan lo que sucede cuando ellos obedecen, o no, su Palabra. Sus primeras lecciones en cuanto a perdón, generosidad y servicio a los demás las aprenden en el hogar, ya sean impartidas de manera intencional o no. Además, su hijo se dará cuenta de si sus principios y sus palabras no están en armonía.
Ahora, invertir en un legado espiritual no termina cuando un hijo llega a la edad adulta. Cuando nuestros hijos salen al mundo, seguimos teniendo la responsabilidad de transmitirles las lecciones que hemos aprendido como hijos de Dios. Qué bueno sería que ellos pudieran decir: “Mi madre (o padre) me enseñó a tener una fe inquebrantable y obediencia absoluta al Señor. Sus enseñanzas han seguido más allá de su vida, al pasar de una generación a otra”.
Sin embargo y por lo general si alguien le preguntara acerca de su herencia, a una madre o un padre común podría haber dicho: “No tengo nada que dejarles a mis hijos”.
Pero eso no es verdad si ella derramó su vida en la de ellos, asegurándose de que supieran lo que era ser amados, conocer a Dios y vivir sabiamente en Su voluntad.
♥ Esa es la más valiosa herencia espiritual que cualquiera pueda recibir.
CONFESIÓN DE FE:
PROCURARÉ CON DILIGENCIA Y DURANTE TODA LA VIDA, DEJAR UN LEGADO ESPIRITUAL A MIS HIJOS, MI FAMILIA Y MI ENTORNO, PARA QUE AMEN A DIOS, VIVAN DE ACUERDO CON SU BUENA, PERFECTA Y AGRADABLE VOLUNTAD, LE OBEDEZCAN Y TRANSMITAN A SUS GENERACIONES ESAS MISMAS ENSEÑANZAS.
ORACIÓN:
Padre Celestial, Elohim Kedem, Dios del Principio (Colosenses 1:18). Mi amado Señor Jesucristo, hoy sé que Tú siempre has sido, eres y serás nuestro Dios Todopoderoso. Eres antes de todas las cosas en tiempo y en prioridad, y por eso debes ser primero que todo en nuestros afectos. Gracias porque si de algo nos has dotado es de fe, y por eso hoy quiero darte gracias por tan maravilloso don, regalo precioso que es la fe; y por eso quiero transmitirla como legado, como la más grande inversión que pueda hacer en mi vida, para mi descendencia biológica y espiritual, para que ellos puedan, también, transitar por los caminos bienaventurados que Tú has deparado para ellos. Así es que deliberadamente trabajo con diligencia para enseñar y modelar a ellos una vida de fe y obediencia a Ti, mi Señor Jesús, inspirándolos de esta manera a seguirte sin condición y seguro de que es el mejor y mayor legado que puedo dejarles; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!