1 TESALONICENSES 5:16-18 (NTV Estén siempre alegres. Nunca dejen de orar. Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.
La oración es una parte del plan Divino para transformar lo que es, en lo que debería ser; para que podamos experimentar todo tipo de milagros en nuestras vidas, esos que cambian nuestra realidad.
¡¡¡Sea cual sea la situación que vivamos,
llenémonos de gozo y de la presencia de Dios,
oremos en todo tiempo, seamos agradecidos
y dejemos que Él pelee nuestras batallas!!!
La finalidad de la oración no es precisamente para intentar manipular la voluntad de Dios a fin de que se haga nuestra voluntad y no la de Él, sino que por el contrario es una súplica para encontrar en esa conversación con nuestro Padre Celestial, las fuerzas para discernir su voluntad y cumplirla con amor y alegría. Es por eso que la oración no debería ser la recitación de textos aprendidos que repetimos como loritos bien amaestrados. La oración siempre debería ser una conversación íntima, cariñosa y sincera con nuestro Señor, empleando nuestras propias frases sin retórica alguna pero nacidas del corazón, no solamente cuando estamos afligidos o necesitamos algo. Esta conversación debería darse en medio de nuestras actividades habituales. Una frase dicha en forma consciente en estas circunstancias, sin duda tiene mucho más valor que una letanía dicha repetidamente sin conciencia alguna.
Muchos recurren a la oración cuando están atribulados, haciendo de ella muchas veces una práctica engañosa e irreflexiva. Está bien orar cuando algo nos aflige, pero también como hijos de Dios, debemos hablar con nuestro Padre cuando el alma está serena; por eso la oración no debería ser un monólogo de peticiones, sino una conversación en donde debemos darnos el tiempo para escuchar también la voz de Dios, que se manifiesta en forma sutil y a cada uno en forma personal. Recordemos que Él no se impone, sólo nos insinúa qué hacer. Jesús enseñó que “después de elevar las oraciones al Padre, permaneciéramos en silencio por un tiempo, ofreciendo así al espíritu residente una mejor oportunidad para hablar al alma dispuesta a escuchar”.
Por eso debemos estar atentos a no caer en misticismos exagerados. El éxtasis espiritual genuino está asociado a una gran calma exterior y con un control emocional casi perfecto que no necesita de ser comunicado a todas voces a los demás, porque sabe muy bien que la verdadera religión es la actitud de un alma individual, en sus relaciones conscientes con su Creador y que la mejor manera de evaluar lo que sentimos, es la forma como actuamos posteriormente, porque la religión y la oración deben juzgarse por sus frutos.
Entonces, recemos cada vez menos y conversemos con Dios cada vez más.
CONFESIÓN DE FE:
PROCURARÉ CON DILIGENCIA Y CON INTENCIÓN ORAR MÁS, INVERTIR MÁS TIEMPO EN HABLAR CON DIOS, DE MANERA QUE PUEDA DESDE MI CORAZÓN ENTABLAR CONVERSACIONES REALES Y NATURALES, EVITANDO LAS VANAS REPETICIONES Y ESPERANDO PARA ESCUCHARLO TAMBIÉN A ÉL.
ORACIÓN:
Padre Celestial, El Simchat Gili, Dios la Alegría de mi exaltación (Salmo 43:4). Mi amado Dios y Señor, Jesucristo, Tú eres la fuente de tremenda alegría para mí; y es por eso que cuando estoy en esa comunión contigo, estableciendo esas conversaciones agradables, profundas y productivas, el gozo de estar en tu presencia me invade, y entonces puedo hablar contigo de manera natural, sin necesidad ni de vanas repeticiones ni muletillas religiosas que adornen mi oración. Gracias quiero darte hoy porque sé que así quieres que me comunique contigo y así me lo indicas, y de cualquier forma me haces sentir seguro, no solo de que me oyes sino de que estás atento y presto para contestarme cuando espero oír tu voz. Gracias mi amado Señor Jesús por conversar conmigo a través de la oración; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!
Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri