PASEMOS

MARCOS 4:35 (NBLA) Ese mismo día, caída ya la tarde, Jesús les dijo:

  • “Pasemos al otro lado”.

♥ Es de suma importancia estar atentos cuando el Señor Jesús nos dice que “pasemos”, pues puede ser una nueva etapa de nuestras vidas, la cual Él ya ha planificado y con toda seguridad allí estará con nosotros.

Entre las tantas historias de Jesús que los Evangelios narran, hay una que me es personalmente muy significativa; se trata de cuando el Señor calma la tempestad (Marcos 4:35-41). Ciertamente los días en la vida de Jesús, durante su permanencia acá en la Tierra, no debieron ser muy reposados, ni para Él ni para sus discípulos, pero al finalizar un buen día de aquellos, el Maestro montándose en una barca dice:

“Pasemos al otro lado”.

Podemos usar nuestra imaginación para revivir en cierta manera la escena, y de esa manera me imagino a los discípulos de Jesús cansados, anhelando sentarse a solas con su Maestro, para disfrutar tal vez de un merecido buen pedazo de pan fresco y algo de pescado, mientras deleitan sus oídos con las enseñanzas de su Señor, y sin embargo, en lugar de todo eso, el Señor dice: “Pasemos al otro lado”.

Muchos de los que seguían a Jesús, seguramente se miraron entre ellos, pero a pesar de las condiciones, posiblemente no muy favorables para un viaje en barca, como lo eran el cansancio, la oscuridad, el viento que iniciaba a soplar amenazante, era el Señor quien había hablado. Lo que ocurrió a continuación es bastante conocido, se desató una gran tormenta y la barca se anegaba, mientras que el autor de la aventura “dormía plácidamente” en la popa. Puedo imaginarme aún a los discípulos afanados luchando contra los vientos y tratando de sacar el agua de la barca, hasta que fueron donde el Señor estaba y le despertaron diciéndole algo así como:

“Señor, fuiste Tú el de la idea de pasar al otro lado y te quedas acá durmiendo, por lo menos levántate y ayúdanos a sacar agua de la barca, para que no muramos”.

El Maestro se levanta, calma los vientos y la tempestad, y reprende a sus discípulos, por su falta de fe.

El Señor muchas veces me ha dicho, “pasemos al otro lado”, sé que con usted también lo ha hecho; “hijo mío, es hora de cambiar, de ir a otro lugar, de subir otro nivel en tu vida de cristiano”; y puede ser que las condiciones no parezcan ser las más favorables y que en medio del camino se desate una terrible tormenta y peor aún, que en medio de todo, el Señor se acueste a dormir en la popa de nuestra zozobrante barca. Qué situación desesperante, pero, cómo puede ser posible que se nos olvide ¿Quién es el que va con nosotros en la barca?, es el Dios Todopoderoso. Recuerda que si Él te dijo “pasemos al otro lado” no lo hizo en singular, no te dijo “pasa al otro lado” dijo: “pasemos”.

¡¡¡El Señor Jesús va con nosotros en la barca, entonces ella no se hundirá jamás; y aunque parezca que duerme, el Señor se está mojando con la misma agua que parece anegarnos sin remedio!!!

♥ Encomienda al Señor tu camino, confía en Él y Él hará. (SALMO 37:5)

CONFESIÓN DE FE:

AUNQUE LAS CONDICIONES PAREZCAN SER LAS MÁS CONTRARIAS, MI BARCA NO SE HUNDIRÁ JAMÁS, PORQUE EL SEÑOR JESÚS VA CONMIGO EN ELLA Y NO PERMITIRÁ QUE ESO SUCEDA, YO CONFÍO EN ÉL, ENTONCES OBEDECERÉ SIN CONDICIÓN Y PASARÉ A DONDE ÉL ME INDIQUE.

ORACIÓN: Padre Celestial, El Gibor, Dios Todopoderoso (Isaías 9:6). Mi amado Dios y Señor, Jesucristo, la fuerza mayor del universo eres Tú. Gracias quiero darte hoy mi Señor porque siempre estás conmigo, a mi lado y protegiéndome, en toda circunstancia y en todo lugar. No le temo ni a los vientos ni a la tormenta porque Tú vas conmigo en esta barca y llegaremos juntos al otro lado, tal y como me lo has prometido, Tú me dices “pasemos”, así que la consecución de la orilla, de la meta, está más que garantizada, pues Tú eres el Rey de reyes y Señor de señores, a Ti obedecen los vientos, los mares y toda potestad está bajo tu mano poderosa. Yo soy un hijo tuyo y por lo tanto las aguas no me anegarán ni el fuego me consumirá pues Tú estás conmigo, Tú lo has prometido y yo lo creo. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!

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