(Cara a Cara en la Presencia de Dios)
¡¡¡Volver al Altar de nuestro corazón diariamente es un sentir del espíritu
y el Espíritu de Dios nos estimula para encontrarse con nosotros allí!!!
GÉNESIS 32:24-31 (NTV)
Entonces Jacob se quedó solo en el campamento, y llegó un hombre y luchó con él hasta el amanecer. Cuando el hombre vio que no ganaría el combate, tocó la cadera de Jacob y la dislocó. Luego el hombre le dijo:
– ¡Déjame ir, pues ya amanece! No te dejaré ir a menos que me bendigas, le dijo Jacob.
– ¿Cómo te llamas? preguntó el hombre. Jacob, contestó él.
– Tu nombre ya no será Jacob, le dijo el hombre. De ahora en adelante, serás llamado Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.
– Por favor, dime cuál es tu nombre, le dijo Jacob.
– ¿Por qué quieres saber mi nombre? respondió el hombre.
Entonces bendijo a Jacob allí. Jacob llamó a aquel lugar Peniel (que significa “rostro de Dios”), porque dijo:
– “He visto a Dios cara a cara, y sin embargo conservo la vida”.
El sol salía cuando Jacob dejó Peniel y se fue cojeando debido a su cadera dislocada.
Anécdota de la vida real:
Era muy temprano en la mañana. Aún no había salido el sol y la noche anterior había estado trabajando intensamente en mi computadora hasta casi la 1 de la mañana ya que necesitaba terminar un trabajo. Cuando desperté esa mañana quise levantarme de un salto inesperado pensando en volver a mi computadora para terminar lo inconcluso del día anterior. Cuando me senté en la cama con el cansancio reclamando un paréntesis, sentí en lo profundo del corazón un gemir interno del espíritu anhelando pasar dulces momentos con Dios en oración, es decir mi momento devocional. Mi mente entró de inmediato en una batalla entre el trabajo por terminar y el clamor de mi espíritu.
¿Qué es lo primero en tu vida?
Fue la pregunta penetrante que en ese momento vino taladrando mi mente. Sí, me levanté, pero para encontrarme con Dios cara a cara; entonces me pregunto:
✓ ¿Qué me cautiva?
✓ ¿Qué me llama?
✓ ¿Qué me arrastra?
La agencia noticiosa “AFP.WASHINGTON” dice que los estadounidenses adultos pasan un promedio de más de ocho horas al día frente a pantallas de televisión, computadores, móviles u otros aparatos electrónicos o eléctricos, según un estudio. (El estudio fue realizado por el “Center for Media Design” [CMD] de la “Ball State & Sequent Partners University”, para el “Council for Research Excellence” [CRE]).
El estudio también descubrió que la televisión en los hogares sigue representando la mayor cantidad de tiempo pasado frente a pantallas, ya que la persona promedio destina más de cinco horas al día frente al aparato.
La cifra baja a 210 minutos al día entre las personas de 18 a 24 años pero aumenta a 420 minutos diarios en los de 65 años y más. Interesante dato, ya que se aumenta en las personas mayores.
La investigación reveló que las personas de 45 a 54 años fueron quienes más tiempo estaban frente a una pantalla, con nueve horas y media.
Damos gracias a Dios por la maravilla de la tecnología, pero a veces dejamos que esa maravilla nos cautive y nos arrastre en un torbellino que nos obliga sutilmente a desconectarnos de Dios y de los seres amados.
Los teléfonos celulares los llevamos todo el día encima y estamos esclavizados a las llamadas y los chats sin haber pasado suficiente tiempo hablando con Dios en oración.
La Biblia nos cuenta de hombres y mujeres, como Moisés, que sabían pasar tiempo a solas en comunión con Dios: (Éxodo 33:11 PDT)
El Señor le hablaba a Moisés cara a cara, como quien le habla a un amigo. Cuando Moisés regresaba al campamento, su siervo Josué, hijo de Nun, no se alejaba de la Carpa de reunión.
El reconocido Monje Brother Lawrence (París/1614-1691), en sus escritos sobre la Presencia de Dios dice:
“Yo no puedo imaginar cómo personas religiosas pueden vivir satisfechos sin la práctica de la presencia de Dios. De mi parte me mantengo retirado con Él en el centro de mi alma tanto como puedo y cuando estoy con Él no temo nada, pero no estar con Él lo suficiente se vuelve insoportable”.
¡Qué hermoso!
Pero nosotros, sería bueno hacernos esta pregunta:
✗ ¿Cuántas veces las horas que gasto frente a una pantalla de Televisión o frente al monitor de la computadora, o en las redes sociales en el celular, me han dejado desnutrido, angustiado, temeroso y desesperado?
Sí, definitivamente sí, volver al Altar de nuestro corazón diariamente es un sentir del espíritu y el Espíritu de Dios nos estimula para encontrarse con nosotros allí.
Nunca más hubo en Israel otro profeta como Moisés, a quien el Señor conocía cara a cara. (Deuteronomio 34:10 NTV)
Muy necesario es poner en nuestra agenda o dar rienda suelta a los momentos espontáneos para desconectarnos de los aparatos, y entonces conectarnos primero con Dios y luego con nuestros semejantes.
La familia está llamada a ser Templo, o sea, casa de oración: para una oración sencilla, llena de esfuerzo y ternura; una oración que se hace vida, para que toda la vida se convierta en oración.
La Biblia habla de la dulzura de la meditación, lo cual significa estar a solas para pensar y digerir pasajes bíblicos en la presencia de Dios.
La meditación nos libera de la tensión en nuestra mente y alma, y sana el cuerpo y la mente.
Alguna forma de meditación se encuentra en casi todas las religiones, pero cuando la Biblia habla de meditación se enfoca primordialmente en la meditación contemplativa cristiana cuyo enfoque no es la Tierra o la naturaleza, sino Dios.
En la meditación cristiana el silencio interior es vital.
En el silencio de Dios nosotros vencemos lo mágico cuando vemos lo que parece no estar allí y entendemos quién es Él.
Está más cerca de nosotros de lo que pensamos.
Su presencia está presente en mi propia presencia.
Si yo estoy, Él está, porque vive en mí.
Y si yo penetro a las profundidades de mi propia existencia y mi propia realidad presente, paso a lo infinito, el “Yo Soy” que es realmente el Nombre Poderoso de Dios.
Pero Moisés volvió a protestar: Si voy a los israelitas y les digo:
“El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”, ellos me preguntarán:
“¿Y cuál es el nombre de ese Dios?”. Entonces, ¿qué les responderé?
Dios le contestó a Moisés:
Yo Soy el que Soy. Dile esto al pueblo de Israel:
“YO SOY me ha enviado a ustedes”.
(ÉXODO 3:13,14 NTV)
Es tiempo de volver a encontrarnos con el gran “Yo Soy” para así encontrarnos con nosotros mismos.
Allá en su presencia y ante su rostro encontraremos lo que la televisión o el monitor de la computadora o el celular jamás nos darán.
CONCLUSIÓN:
El Señor nos espera cada día y cada noche, entonces vale la pena invertir los mejores minutos de nuestro día para estar en su presencia.
Es una inversión que rinde muy buenos dividendos, dividendos de Eternidad.
La oración debería ser la llave del día y el cerrojo de la noche.
Desconectémonos más la tecnología para encontrarnos con el Gran Creador.
“No he logrado nada solo. Millones de personas en todo el mundo ansiaban la paz, por eso digo que no hay que subestimar el poder de la oración”.
(Kofi Annan, Premio Nobel de Paz 2001, Secretario General de la ONU 1997-2006).
1 CORINTIOS 13:12 (TLA)
Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara,
como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a oscuras.
Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara.
Ahora lo conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto,
podré conocerlo como Él me conoce a mí.
VERDAD EN ACCIÓN:
Vamos a ingresar a las filas de los miles y miles que cada día están integrando el conglomerado de intercesores en el mundo, y que saben deleitarse en la presencia de Dios, buscando su Peniel, para estar cara a cara con el gran “Yo Soy”.
TAREA:
Si usted quiere y cree que le es beneficioso para su crecimiento espiritual y el incremento de su comunión con Dios, de su vida de oración, haga una pequeña reflexión de este devocional y envíemelo; yo sabré escucharlo y agradecerlo.
Un Abrazo, Dios te bendiga y te guarde, haga resplandecer su rostro sobre ti,
y tenga de ti misericordia; y permita que prosperes en todas las áreas de tu vida,
y derrame sobre ti muchas bendiciones de Vida,
Paz, Amor, Salud y mucha Prosperidad
Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri