SANANDO HERIDAS

SALMO 6:2-7 Ten compasión de mí, Señor, porque soy débil; sáname, Señor, porque mis huesos agonizan. Mi corazón está angustiado; ¿cuánto falta, oh Señor, para que me restaures? Vuelve, oh Señor, y rescátame; por tu amor inagotable, sálvame. Pues los muertos no se acuerdan de Ti; ¿quién puede alabarte desde la tumba? Estoy agotado de tanto llorar. Toda la noche inundo mi cama con llanto; la empapo con mis lágrimas. El dolor me nubla la vista; tengo los ojos gastados a causa de todos mis enemigos. (NTV)

De la sanidad de nuestras heridas, que se puede lograr permitiendo que Dios obre en nuestras vidas restaurándolas al original.

¡¡¡Quienes conocen al Salvador y permiten Su obrar poderoso en sus vidas, encontrarán consuelo, sanidad y confianza en el amor del Padre!!!

En todo el mundo hay personas que han sido maltratadas, las cuales llevan profundas cicatrices a lo largo de sus vidas. No todos los casos son extremos, pero incluso las heridas más leves pueden:

Agravarse y afectar las relaciones y la autoimagen de una persona.

Algo tan común como la traición o el rechazo de los amigos o la familia puede provocar pensamientos distorsionados y comportamientos negativos.

Las heridas sin sanar pueden conducir a:

Sentimientos de inferioridad.

Miedo al fracaso o a la crítica.

Una sensibilidad excesiva.

Algunas personas se las arreglan criticando a otras en un intento de sentirse mejor.

Otras malinterpretan comentarios inocentes como ataques personales.

El dolor también puede desbordarse en forma de ira imprevisible, ya que una persona que ha sido herida es más propensa a arremeter contra las demás.

A veces, las personas que tienen una imagen distorsionada de sí mismas se vuelven solitarias porque les preocupa la opinión de los demás sobre ellas.

De vez en cuando estamos obligados a experimentar algunos de estos sentimientos, pero Dios no quiere que quedemos atrapados por las heridas que hemos sufrido.

Quienes conocen al Salvador encontrarán consuelo, sanidad y confianza en el amor del Padre.

CONFESIÓN DE FE:

SÉ QUE CUALQUIERA QUE SEA MI HERIDA EL SEÑOR ME PUEDE SANAR EN ESPÍRITU ALMA Y CUERPO. TENGO LA FE DE QUE SU OBRA RESTAURADORA ES COMPLETA PUES ESA ES SU VOLUNTAD Y SOLO ÉL TIENE LA CAPACIDAD; PERO YO DEBO DISPONERME Y EXPONERME AL AMOR DEL PADRE.

ORACIÓN:

Padre Celestial, Jehová Rapha, Dios que sana (Éxodo 15:26). Amoroso Dios, tú eres quien ha provisto en Jesucristo la sanidad definitiva para la enfermedad espiritual, física y emocional; mental, social y ambiental. Por eso sé que si necesito alguna de estas sanidades, a Ti debo recurrir para lograr mi restauración total. Señor Jesús gracias por ser mi sanador. Son muchas las veces que he visto el poder sanador de tu mano sobre mi mente, alma y cuerpo. Tu amor me sana. Hoy quiero traer ante Ti mis dolores y quebrantos, y confiar en que Tú eres el dador de la vida y de la sanidad integral. Hoy creo completamente en Ti, pues sé que por tus llagas yo fui sanado. El médico Divino eres Tú y ante tu presencia me humillo para decirte, gracias, muchas gracias, mi Señor y Salvador Jesucristo por restaurarme totalmente al original. Con amor extiendes tu mano y yo por la fe extiendo la mía para recibir de Ti la sanidad de todas mis heridas. Gracias, mi Jesús; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!

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