AFERRÉMONOS

1 CORINTIOS 2:9 Como dice la Biblia: «Para aquellos que lo aman, Dios ha preparado cosas que nadie jamás pudo ver, ni escuchar ni imaginar». (TLA)

♥ ¿Para qué aferrarnos a lo que quizá perderemos? Aferrémonos a las promesas de Dios.

María era una linda niña de cinco años de ojos relucientes. Un día mientras ella visitaba la tienda con su mamá, María vio un collar de perlas de plástico que costaba $5.000 pesos, cuánto deseaba poseerlo. Preguntó a su mamá si se lo compraría, su mamá le dijo:

–       Hagamos un trato, yo te compraré el collar y, cuando lleguemos a casa, haremos una lista de tareas que podrás realizar para pagar el collar. Y No te olvides que para tu cumpleaños es muy posible que tu abuelita te regale un billete de dos mil pesos enterito ¿Está bien?

María estuvo de acuerdo y su mamá le compró el collar de perlas. María trabajó con mucho tesón todos los días para cumplir con sus tareas, y tal como su mamá le había mencionado, su abuelita le regaló los dos mil pesos para su cumpleaños. En poco tiempo María canceló su deuda. María amaba sus perlas de plástico, ella las llevaba puestas a todos lados, al colegio, a la cama y cuando salía con su mamá a hacer los mandados. El único momento en el que no las usaba era cuando se bañaba, su mamá le había dicho que las perlas de plástico con el agua le pintarían el cuello de verde. María tenía un padre que la quería muchísimo. Cuando María iba a la cama, él se levantaba de su sillón favorito para leerle su cuento preferido. Una noche, cuando terminó el cuento, le dijo: 

–       ¿María tú me quieres?

–       Si papá tú sabes que te quiero. Le respondió María.

–       Entonces regálame tus perlas.

–     ¡Oh papá! mis perlas no. Pero te doy a Rosita, mi muñeca favorita ¿la recuerdas? Tú me la regalaste el año pasado para mi cumpleaños y te doy su ajuar también.

–       No hijita, está bien, no importa, buenas noches pequeña. Y le dio un beso en la mejilla.

Una semana después, nuevamente su papá le preguntó al terminar el diario cuento:

–       ¿María, tú me quieres?

–       ¡Oh si papá! tú sabes que te quiero.

–       Entonces regálame tus perlas.

–      ¡Oh, papá! mis perlas no. Pero te doy a «Lazos», mi caballo de juguete, ¿lo recuerdas? Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con él y hacerle trencitas. Tú puedes tenerlo si quieres papá.

–       No hijita, está bien, le dijo su papá dándole nuevamente un beso en la mejilla.

–       Dios te bendiga buenas noches y dulces sueños.

Algunos días después, cuando el papá de María entró a su dormitorio para leerle el cuento, María estaba sentada en su cama y le temblaban los labios:

–       Toma papá, dijo apesadumbrada estirando su mano hacia él.

María abrió la mano y en su interior estaba su tan querido collar de perlas de plástico, el cual regaló a su padre. Con una mano él tomó las perlas de plástico y con otra extrajo de su bolsillo una cajita de terciopelo azul. Dentro de la caja había unas hermosas perlas genuinas de Mallorca. Él las había tenido todo ese tiempo, esperando que su hija renunciara a la baratija para poderle dar la pieza de valor. (Anónimo)

Y así es también nuestro Padre Celestial, Él está esperando a que renunciemos a las cosas perecederas y sin valor en nuestras vidas, para podernos dar sus preciosos tesoros, y cuando le damos a Él todas nuestras inquietudes, Él verá por nosotros.

♥ ¿No es bueno el Señor? Esto me hace pensar en las cosas a las cuales me aferro y me pregunto ¿Qué es lo que Dios me quiere dar en su lugar? Y pienso:

¡¡¡El Amor de Dios siempre está conmigo, sus Promesas son verdad!!!

CONFESIÓN DE FE:

RENUNCIARÉ A LAS COSAS PERECEDERAS Y SIN VALOR, ESPERARÉ LOS TESOROS DE DIOS; ME AFERRARÉ A SUS PROMESAS, ESTARÉ ORANDO Y CONFIANDO, ENTONCES SIN DUDA ÉL ME DARÁ ALGO MEJOR.

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Emet, Dios de la Verdad (Salmo 31:5). Mi Dios y mi Señor Jesús, se que Tú, el Dios Único y Verdadero, eres la fuente última de la realidad, y todo lo que se relaciona contigo es verdad y es real. Tú sabes a que cosas estoy aferrado y los tesoros que tienes para mí en su lugar, yo te las entrego hoy con la seguridad de que tienes cosas más grandes y mejores para mí. Mi Señor y salvador Jesucristo, gracias por revelarme esta gran verdad, se que en Ti puedo tener todo lo que me prometes en tu Palabra, pues eres un Dios que promete y cumple; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!

Juan Manuel Lamus O.

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