INFANTE ESPIRITUAL

HECHOS 16:25-34 Alrededor de la medianoche, Pablo y Silas estaban [encarcelados] orando y cantando himnos a Dios, y los demás prisioneros escuchaban. De repente, hubo un gran terremoto y la cárcel se sacudió hasta sus cimientos. Al instante, todas las puertas se abrieron de golpe, ¡y a todos los prisioneros se les cayeron las cadenas! El carcelero se despertó y vio las puertas abiertas de par en par. Dio por sentado que los prisioneros se habían escapado, por lo que sacó su espada para matarse; pero Pablo le gritó: “¡Detente! ¡No te mates! ¡Estamos todos aquí!”.

El carcelero pidió una luz y corrió al calabozo y cayó temblando ante Pablo y Silas. Después los sacó y les preguntó:

  • Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos le contestaron:
  • Cree en el Señor Jesús y serás salvo, junto con todos los de tu casa.

Y le presentaron la Palabra del Señor tanto a él como a todos los que vivían en su casa. Aun a esa hora de la noche, el carcelero los atendió y les lavó las heridas. Enseguida ellos lo bautizaron a él y a todos los de su casa. El carcelero los llevó adentro de su casa y les dio de comer, y tanto él como los de su casa se alegraron porque todos habían creído en Dios. (NTV)

El primer paso que se debe dar para llegar a ser un infante espiritual es: La Salvación; pero el infante no se debe quedar así, es necesario crecer en la vida cristiana.

Justo después de que un bebé da sus primeros pasos, los padres anuncian con entusiasmo el magnífico logro, que es el comienzo de una nueva vida de mayor movilidad y madurez. De la misma manera:

La Vida Cristiana comienza con un primer paso: La Salvación, pero…

¡¡¡Ese es solo el comienzo de una vida de crecimiento espiritual!!!

Como vemos en el pasaje que estudiamos hoy, cuando el carcelero de Filipos les preguntó a Pablo y a Silas: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”, ellos le respondieron: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Vs.30,31). Eso es tan simple que hasta un niño puede hacerlo; y después de la salvación, todos somos como bebés que dan los primeros pasos. Un nuevo creyente no entiende todas las doctrinas de la salvación, como tampoco un niño pequeño conoce todos los mecanismos del caminar. Pero una vez que somos salvos, tenemos la responsabilidad de aprender lo que Dios ha hecho por nosotros y de dar más pasos de obediencia para continuar creciendo en la vida cristiana. Y esto tiene todo que ver con que la salvación genuina siempre resulta en transformación: El Espíritu Santo viene a morar en nosotros cuando recibimos al Señor Jesús como nuestro Salvador personal, nuestra antigua forma de vida ya no concuerda con nuestra nueva identidad y el Espíritu trabaja en nosotros para hacernos cada día más como Cristo.

? Recordemos como se refiere Dios con respecto a este asunto en Su Palabra:

Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17)

Entonces, piense en esto:

¿Ha habido un punto particular en su vida en el que usted reconoció su pecado, y luego le pidió al Señor Jesús que le perdonara y se convirtiera en su Salvador?

Si es así, ¿cómo ha sido transformada su vida desde entonces?

El crecimiento espiritual es una de las maneras en que podemos saber que realmente somos salvos.

CONFESIÓN DE FE:

BUSCARÉ CON DILIGENCIA CRECER EN TODAS LAS ÁREAS DE MI VIDA, ESPECIALMENTE EN LA ESPIRITUAL, HACIÉNDOME DEPENDIENTE DEL SEÑOR, SOMETIÉNDOME A SU ESPÍRITU Y SIENDO SENSATO Y PRUDENTE EN MI ACTUAR, PARA NO QUEDARME COMO UN INFANTE ESPIRITUAL.

ORACIÓN:

Dios Grande y Poderoso, El Gibor, El Dios Todopoderoso (Isaías 9:6). Mi amado Dios y Señor Jesucristo, desde el momento de mi salvación Tú has llevado mi vida a niveles a los cuales tal vez nunca sospeche llegar, y lo has hecho a través de toda la instrucción para crecimiento que has impartido a mi vida cristiana; por tanto hoy te pido que me ayudes a lograr esos niveles de madurez en todas las áreas de mi vida, y aceptar la responsabilidad que esto conlleva el ser verdaderamente salvo, para lograr cumplir el propósito para el cual me has creado, utilizando las habilidades y los dones que me has dado al máximo y con gozo y con acción de gracias, poder depender totalmente de Ti y someterme a tu Espíritu. He orado en tu Poderoso Nombre, mi amado Señor y Salvador Jesús ¡Amén!

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