KOINONÍA

HECHOS 2:42-44 Todos los creyentes se dedicaban a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión fraternal, a participar juntos en las comidas (entre ellas la Cena del Señor), y a la oración. Un profundo temor reverente vino sobre todos ellos, y los apóstoles realizaban muchas señales milagrosas y maravillas. Todos los creyentes se reunían en un mismo lugar y compartían todo lo que tenían. (NTV)

De lo que realmente es la koinonía, es decir la comunión y la verdadera amistad entre los seguidores de Jesucristo.

¡¡¡El lazo indivisible de la comunión entre Cristianos es la Koinonía!!!

Para tener koinonía con otra persona, debemos tener dos cosas en común: la fe y la salvación. Partiendo de este hecho, podríamos también tener en común nuestros bienes, tanto espirituales como materiales

Koinonia es una palabra griega que aparece 20 veces en la Biblia. El significado principal de Koinonía es “compañerismo, compartir en común, comunión”. La primera vez que aparece koinonia en la Biblia como tal es en el pasaje que estudiamos hoy en el Vs.42; y es precisamente allí donde se hace evidente que la comunión, compartir en el Espíritu, es un aspecto fundamental de la vida cristiana. Los creyentes en Cristo deben reunirse en el amor, la fe y el estímulo. Esa es la esencia de la koinonia.

Filipenses 2:1-2 declara:

“Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa”.

Entonces vemos también que koinonía es estar de acuerdo con el otro, estar unidos en el propósito y servir al lado del otro. Nuestra koinonia con los demás se basa en nuestra koinonía común con Jesucristo.

1 Juan 1:6-7 bien dice:

“Si decimos que tenemos comunión con Él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la Sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”.

Un importante ejemplo de cómo debería ser la koinonía se encuentra en un estudio de la frase “unos a otros” en la Biblia. Las Escrituras nos ordenan que nos dediquemos los unos a los otros (Romanos 12:10), que nos honremos los unos a los otros (Romanos 12:10), que vivamos en armonía con los demás (Romanos 12:16; 1 Pedro 3:8), que nos aceptemos los unos a los otros (Romanos 15:7), que nos sirvamos los unos a los otros en amor (Gálatas 5:13), que seamos amables y compasivos los unos con los otros (Efesios 4: 32), amonestarnos unos a otros (Colosenses 3:16), animarnos unos a otros (1 Tesalonicenses 5:11; Hebreos 3:13), estimularnos unos a otros hacia el amor y las buenas obras (Hebreos 10:24), ofrecer hospitalidad (1 Pedro 4:9), y amarnos unos a otros (1 Pedro 1:22; 1 Juan 3:11; 3:23; 4:7; 4:11-12).

Así es como debería ser la verdadera koinonía bíblica, y así es como debemos practicarla los verdaderos seguidores de Jesucristo.

CONFESIÓN DE FE:

PROCURARÉ CON DILIGENCIA Y CON MUCHO AMOR PRACTICAR EL PRINCIPIO BÍBLICO DE LA KOINONÍA, DE MANERA QUE MI COMUNIÓN CON EL SEÑOR JESUCRISTO SEA LA PUERTA Y LA MOTIVACIÓN CORRECTA PARA COMPARTIR EN EL ESPÍRITU CON MIS HERMANOS DE LA FE, Y TAMBIÉN TRANSMITIR ESTE PRINCIPIO A TODO AQUEL QUE DIOS ME ENCOMIENDE PARA LLEVARLOS A ÉL.

ORACIÓN:

Dios y Padre nuestro, Elohim Kedoshim, Dios Santo (Levítico 19:2). Mi amado Dios y Señor, Jesucristo, yo sé que Tú eres único, especial y singular, pues no hay nadie ni nada como Tú, ni nunca lo habrá, eres distinto de todos y de todo, puro y libre de cualquier error. Es por eso que puedo acercarme al Trono de la Gracia, a tu presencia, sin temor sino más bien con la seguridad de encontrar en Ti todo lo necesario para ser de verdadera ayuda y bendición a mis semejantes por medio de la koinonía, es decir la comunión en el Espíritu que aprendo al practicarla primero contigo, y entonces ellos conmigo, y para que en una búsqueda mutua hallemos la hermandad y la comunidad que Tú quieres para nosotros, los que te amamos y en Ti confiamos. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por ser mi amigo incondicional y mi primer compañero de koinonía; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!

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