GRANDES Y PRECIOSAS

2 CORINTIOS 1:19,20 Pues Jesucristo, el Hijo de Dios, no titubea entre el “sí” y el “no”. Él es Aquél de quien Silas, Timoteo y yo les predicamos, y siendo el “sí” definitivo de Dios, Él siempre hace lo que dice. Pues todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo con un resonante “¡sí!”, y por medio de Cristo, nuestro “amén” (que significa “sí”) se eleva a Dios para su gloria. (NTV)

♥ Dios es fiel a sus promesas, las cuales son grandes y preciosas oportunidades, pero es nuestra responsabilidad conocerlas, creerlas, apropiárnoslas y trabajar en pos de ellas.

Esta es la historia de un hombre que recibió una noche la visita de un ángel, quien le comunicó, de parte de Dios, que le esperaba un futuro fabuloso: se le daría la oportunidad de hacerse rico, de lograr una posición importante y respetada dentro de la comunidad, y de casarse con una mujer muy hermosa. Ese hombre se pasó la vida esperando que los milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre. Cuando llegó a las puertas del cielo, vio al ángel que le había visitado tiempo atrás, entonces el hombre le protestó:

–       Me prometiste riqueza, una buena posición social y una bella esposa.

–       ¡Me pasé la vida esperando en vano! Siguió quejándose.

–       Yo no te hice esa promesa, replicó el ángel, te prometí la “oportunidad” de riqueza, una buena posición social y una esposa hermosa.

–       No entiendo lo que quieres decir, dijo el hombre realmente intrigado.

–       ¿Recuerdas que una vez tuviste la idea de montar un negocio, pero el miedo al fracaso te detuvo y nunca lo pusiste en práctica? El hombre asintió con un gesto.

–       Al no decidirte, unos años más tarde se le dio la idea a otro hombre que no permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerla en práctica.  Recordarás que se convirtió en uno de los hombres más ricos del reino.

–       También recordarás, prosiguió el ángel, aquella ocasión en que un terremoto asoló la ciudad, derrumbó muchos edificios y miles de personas quedaron atrapadas en ellos. En aquella ocasión tuviste la oportunidad de ayudar a encontrar y rescatar a los sobrevivientes, pero no quisiste dejar tu hogar, sólo por miedo a que los saqueadores que había te robasen tus pertenencias.  Así que ignoraste la petición de ayuda y te quedaste en casa. El hombre asintió con vergüenza.

–       Esa fue tu gran oportunidad de salvarle la vida a cientos de personas, con lo que hubieras ganado el respeto de todos ellos, continuó el ángel.

–       Por último, ¿recuerdas aquella hermosa mujer pelirroja, que te había atraído tanto? La creías incomparable a cualquier otra y nunca conociste a nadie igual. Sin embargo, pensaste que tal mujer no se casaría con alguien como tú y para evitar el rechazo, nunca llegaste a proponérselo.

El hombre volvió a asentir, pero ahora las lágrimas rodaban por sus mejillas.

–       Sí, amigo mío, ella podría haber sido tu esposa, dijo el ángel. Y con ella se te hubiera otorgado la bendición de tener hijos sanos y hermosos, y multiplicar la felicidad en tu vida. (Historia Anónima)

A todos se nos ofrecen a diario muchas oportunidades que proceden de las grandes y preciosas promesas de Dios, pero muy a menudo, como el hombre de la historia, las dejamos pasar por nuestros temores, inseguridades, desconocimiento y falta de convicción. Sin embargo, nosotros tenemos una ventaja sobre el hombre del cuento:

♥ Aún estamos vivos y seguros de las promesas de Dios.

¡¡¡Las Promesas de Dios son Grandes y Preciosas Oportunidades

que Él nos quiere dar, no las dejemos pasar!!!

CONFESIÓN DE FE:

CREO EN DIOS COMO UN CIEGO CREE EN EL SOL, NO PORQUE LO VE, SINO PORQUE LO SIENTE; IGUAL CREO EN SUS PROMESAS Y LAS CONOZCO, SON OPORTUNIDADES MÍAS Y TRABAJARÉ DILIGENTEMENTE PARA QUE SE HAGAN REALIDAD EN MI VIDA.

ORACIÓN:

Padre Celestial, El HaNeeman, Dios Fiel y Fidedigno (Deuteronomio 7:9). Mi amado Dios y Señor Jesús, yo sé que todo lo que Tú, el Todopoderoso, dices y haces es 100% confiable, que eres completamente confiable. Por eso quiero darte gracias hoy mi Señor, y además porque en Ti tengo la seguridad de las promesas dadas, ya que tu Palabra afirma que Tú no eres hombre para mentir, ni hijo de hombre para faltar a tu Palabra (Números 23:19), así que estoy totalmente convencido, seguro de que Tú prometes y cumples, y por eso me apropio de ellas ahora y para siempre. Gracias Padre Celestial por tu fidelidad y carácter; he orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!

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